Ya era hora que tal idea se tirara a la basura de la historia en alguna ocasión. No debemos albergar muchas esperanzas de que tal decisión se repita mucho y se aplique a otros países con situaciones similares. Los principios tan decisivos como éste no se globalizan tan rápidamente como los mercados y los paraísos fiscales. Pero el precedente es importante.
Debemos saludar que desde que se proclamaron los derechos ciudadanos en la revolución francesa, los transformarse en derechos humanos la O.N.U. en 1948 ahora, medio siglo después la ONU se tome en serio su aplicación. Si, ha pasado mucho tiempo y muchos eslabones, es de esperar que a partir de ahora, tal decisión se repita cada vez más, independientemente de la riqueza y la situación estratégica de los países tiranizados.
Ni la O.N.U., ni la O.T.A.N., ni la llamada Comunidad Internacional tiene experiencia en actuaciones de este tipo. Se ha evidenciado en la toma de decisiones que han conducido a la intervención contra Gadafi. Se retrasa la decisión, algunos países vacilan, otros dudan y alguno, que apoya inicialmente, se arrepiente cuando empiezan a caer las bombas.
Para decidir y evitar los vetos, la resolución ha debido ser ambigua y a las primeras de cambio surgen las interpretaciones diversas y el fantasma de la divisón que puede llegar a la paralización. Además, en esta situación las llamadas opiniones públicas de algún país, tan relevantes como USA, no tienen claro que la decisión sea correcta y presionan para finalizar lo antes posible y dejar el trabajo sin terminar.
No nos debe llamar la atención esta situación. Es la primara vez que se toma una decisión de este calibre y la ONU no tiene experiencia en gestionar actuaciones de este tipo. Cuango se hayan repetido algunas veces no habrá tales vacilaciones, pero es de esperar que, para entonces, no hagan falta estas actuaciones para garantizar los derechos humanos de colectivos nacionales.
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